Nodo, el movedor de sillas

Nodo en el País de los Muevesillas

1. Detrás de las cortinas

Había una vez…

Así es como suelen empezar las historias ¿cierto? Bueno, por un segundo imagina que este no es el caso. ¡Mira! detrás de las cortinas celestes hay una criatura, lo sabemos porque sus grandes pies sobresalen. Al parecer nadie más logra verlo, tal vez porque ha aprendido a hacerse invisible. Si no ¿cómo habría logrado esconder con éxito su narizón (similar a un pulgar) por tanto tiempo? Ahora está ahí, aterrorizado por la presencia de un pequeño humano. ¿Sabes, uno de esos que llaman “niños”? Este pequeño y espantoso humano se encuentra sentado en su escritorio, dibujando un gran cielo azul.

Si hay algo que debes saber acerca de los niños, es que a veces colorean de una forma tan apasionada y con tanta presión sobre el folio que… bueno, en este caso, una de sus mejillas ha quedado tan azul como el cielo.

Lo creas o no, nuestro gracioso y pequeño personaje se encuentra petrificado por este niño de mejilla azul. Su nombre es Nodo y nunca antes había estado tan cerca de un cachorro de humano. Tú también estarías así si fueses él. Con solo un breve grito del niño y en tan solo un instante, rápidamente aparecerían un par de humanos adultos y el mundo de Nodo dejaría de existir para siempre.

Mejor esperemos hasta que el niño se dirija a la cocina. Nodo sabe que los humanos se sienten atraídos por esos platos humeantes. ‘Comida’ es como le dicen, si mi memoria no me falla. No obstante, los movedores de sillas, no necesitan comer en absoluto. Nada más necesitan olfatear los olores a su alrededor. ‘Snif, snif, snif’, olisquean el aire y como por arte de magia, llenan el estómago. Son curiosos, ¿no crees?

Muy bien, primero lo primero. Antes de empezar, intentemos aclarar qué es un movedor de sillas. Supongo que ya sabes lo que es una silla, si bien no todos (yo incluido) hemos tenido una idea precisa de lo que es. Verás, en algún momento, hace mucho tiempo atrás, muy lejos de nosotros, nadie usaba sillas. ¡Todos preferían sentarse en el suelo! Pero un día, cuando incluso yo aún era joven, alguien tuvo la maravillosa idea de construir la primera silla, ¡y qué buena silla de piedra fue!

Claro que era un poco difícil mover algo tan pesado, así que los primeros movedores de sillas decidieron viajar alrededor del mundo para probar nuevas sillas y olfatear nuevos olores. ¡Y cómo viajó Nodo, créeme! No estuvo siempre atrapado detrás de esas cortinas celestes, ¿sabes? Sí, es un movedor de sillas muy aventurero.

2. Un ser curioso

Nodo, el movedor de sillas, traducido para Abraham Betancourt.
Nodo, el movedor de sillas, traducido para Abraham Betancourt.

Nodo siempre ha sido un ser curioso. Luego de poco más de cien años, aburrido de mover sillas en un inmenso castillo, decidió salir y explorar el mundo. Mira, un castillo es un lugar fantástico, repleto de sonidos y ecos. Hay tantos que un movedor de sillas pasa totalmente inadvertido. Oh, con todos esos ruidos, ¿cómo podía un movedor de sillas concentrarse en su trabajo? Él no podía, así que se fue.

Sin embargo, su exploración se vio interrumpida a tan solo un par de puertas de distancia, en la casa de un pobre granjero. Allí no había tantas sillas como en el castillo, mucho menos suntuosos banquetes. Aun así, Nodo se divirtió mucho más en la granja, moviendo tan solo tres sillas.  Esto se debía a que las personas de la nobleza no prestaban mucha atención a los pequeños sonidos, mientras que las personas más humildes siempre estaban atentas.

Imagina el ligero movimiento de una silla en medio del silencio absoluto de la noche.

“Rrrrrrrrrrr.”

Oh, créeme, todos saltarían de sus camas totalmente asustados, y se pondrían a gritar todo tipo de palabras extrañas y desconocidas. No es que sea de mucha importancia qué palabras utilizaran, ya que los movedores de sillas no conocen muchas. Es más, hasta se confunden con las pocas palabras que conocen. Por ejemplo, Nodo creía que una lámpara era una fruta dorada gigante y que una naranja era un gran animal, como un elefante. Por supuesto, todos sabemos que esto es absurdo, ¡ya que los elefantes son animales pequeñitos con una cola rizada toda amaril!

Día tras día y silla tras silla, otros cien años pasaron, algo normal en la vida de un movedor de sillas. Aparecieron los primeros teléfonos, les siguieron las radios y con ellas todo tipo de sillas diferentes. Cuando se empezó a aburrir de nuevo, Nodo decidió empacar todas sus pertenencias y buscar nuevas aventuras. Un buen día, mientras olfateaba los alrededores de un mercado, apareció otro movedor de sillas y le contó algo realmente interesante.

“Querido Nodo”, dijo el viejo movedor de sillas mientras olfateaba un manojo de hermosos tomates rosas, “¿alguna vez has escuchado acerca de la Tierra de los Movedores de Sillas?”

Nodo, que estaba olfateando una espléndida pieza de queso francés, se giró a mirar a su colega, pensando que bromeaba. Pero este no bromeaba para nada.

“¿Sabes?, yo soy demasiado viejo y miedoso para salir y explorar el mundo, pero tú aún eres joven, Nodo, y debes intentarlo. En la Tierra de los Movedores de Sillas siempre huele delicioso, ya que las personas siempre traen nuevos olores de todas las partes del mundo.”

Al principio, Nodo no le creyó del todo. Tienes que saber que los movedores de sillas no son particularmente conocidos por ser buenos tomando decisiones apresuradas. Aun así, la idea de descubrir esa maravillosa Tierra de los Movedores de Sillas crecía dentro de él, día tras día y silla tras silla.

Luego de haber pasado veinte años, Nodo sintió que era tiempo de salir de nuevo y explorar el mundo. Tomó su vieja mochila, guardó en ella una pieza de madera en forma de silla y un corcho, tras lo cual saltó por la ventana.

La portada y todas las imágenes incluidas en este libro son ilustraciones originales de la mano de Gabriele Manca de DMQ Productions, el cual es un amigo y de gran inspiración para mí.

No hubiese sido posible realizar este libro o el audiolibro sin el increíble apoyo y trabajo duro de Ben Upson de Mr. Ben’s Voice Box, quien dio vida al texto con sus ideas y su voz.

Quiero agradecerle a Maria Midiri por la revisión del texto en español y por su apoyo.

Asimismo, quiero extenderle mi agradecimiento al trompetista Matteo Frau, quien compuso la melodía para el audiolibro y tocó “On the sunny side of the street” de Louis Armstrong.

Y mi inmensa gratitud a mi esposa, Kate, quien me motiva a alcanzar mis sueños.Traducido al español por Abraham Betancourt.

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